El pabellón criollo venezolano es más que un plato típico, es un pedacito de nuestra tierra servido en un plato.
Para los que estamos lejos de Venezuela, preparar y disfrutar de esta receta es como abrir una ventana al pasado, a esos momentos en casa, rodeados de familia, con el aroma de la carne mechada, las caraotas negras y las tajadas recién fritas llenando el aire.
Es increíble cómo algo tan sencillo puede tener tanto significado. El pabellón criollo nos recuerda de dónde venimos, nuestras raíces y todo lo que nos hace venezolanos. Porque no importa cuántos kilómetros nos separen, cada bocado nos conecta con esa esencia que llevamos dentro.
En este artículo te contamos todo sobre este tesoro gastronómico: su historia, cómo prepararlo (incluso si no tienes todos los ingredientes a la mano), y por qué sigue siendo un símbolo tan poderoso de nuestra identidad, especialmente para quienes ahora vivimos fuera del país. ¡Sigue leyendo y redescubre el sabor de Venezuela!
¿Qué es el pabellón criollo venezolano?

El pabellón criollo venezolano es uno de esos platos que llevan consigo una historia, un sabor y un significado especial.
Es considerado el plato típico de la gastronomía de Venezuela, y no es para menos. Cada uno de sus ingredientes representa una parte importante de nuestra cultura.
El arroz blanco, las caraotas negras, la carne mechada y las tajadas de plátano maduro, juntos en un solo plato, son el reflejo perfecto de la mezcla de sabores y tradiciones que nos define como venezolanos.
El pabellón criollo no solo es delicioso, sino que también tiene un simbolismo que lo hace aún más especial. Se dice que representa la unión de las raíces que dieron origen a nuestra identidad.
Por ejemplo, las caraotas negras simbolizan la influencia africana, el arroz y la carne mechada representan las tradiciones europeas, y el plátano nos conecta con las raíces indígenas. Es como si en un solo plato estuviera resumida toda nuestra historia.
Aunque el pabellón criollo tiene una receta base que todos conocemos, también tiene variaciones dependiendo de la región o incluso de la familia que lo prepare.
Algunos lo acompañan con aguacate, otros le añaden un huevo frito encima (lo que se conoce como “Pabellón con baranda”), y hay quienes le agregan queso rallado. ¡Cada versión tiene su encanto!
Es un plato que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma, especialmente para quienes estamos lejos de casa.
Al preparar pabellón criollo, no importa si estás en España, Colombia, Estados Unidos o cualquier otra parte del mundo, de inmediato se siente como si estuvieras de vuelta en Venezuela, aunque sea por un ratito.
¿Cuál es su historia y origen?

El origen del pabellón criollo venezolano se remonta a los tiempos coloniales, cuando la gastronomía comenzó a mezclarse con las tradiciones de las tres grandes influencias culturales de nuestro país: los indígenas, los africanos y los europeos.
Se dice que el pabellón criollo era inicialmente un plato de las clases trabajadoras. Los campesinos y trabajadores de la época lo preparaban aprovechando lo que tenían a mano: un poco de arroz, carne y caraotas. Con el tiempo, esta sencilla combinación de ingredientes se convirtió en el plato emblemático de toda una nación.
El nombre “pabellón” tiene un significado curioso. Algunos dicen que se llama así porque los colores del plato recuerdan a los de la bandera venezolana: el blanco del arroz, el negro de las caraotas, el rojo de la carne y el amarillo de las tajadas. Aunque esto no es una explicación oficial, tiene un encanto especial, ¿no crees?
Con el paso de los años, el pabellón criollo no solo se ha mantenido como un símbolo de nuestra gastronomía, sino que también ha evolucionado.
Cada región y cada familia le ha puesto su toque personal, haciendo que este plato sea tan diverso como nuestra cultura misma. Lo importante es que, no importa dónde estés ni cómo lo prepares, siempre será un recordatorio de nuestras raíces y de todo lo que significa ser venezolano.
Ingredientes y preparación de esta deliciosa receta

Preparar un pabellón criollo venezolano es como armar un rompecabezas lleno de sabores que, al juntarse, crean una explosión de nostalgia y felicidad.
Aunque pueda parecer complicado, la verdad es que con un poco de cariño y paciencia, puedes disfrutar de este plato típico desde cualquier parte del mundo. Aquí te contamos qué necesitas y cómo prepararlo, incluso si estás lejos de casa.
Ingredientes básicos
- 2 tazas de arroz blanco.
- 4 tazas de agua.
- 1 chorrito de aceite y sal al gusto.
- 2 tazas de caraotas negras (o frijoles negros).
- 1 cebolla mediana, picada finamente.
- 2 dientes de ajo, machacados.
- 1 pimentón rojo, picado.
- Sal, comino y papelón rallado (puedes usar azúcar morena si no tienes papelón).
- 500 g de carne de res (falda o muchacho redondo funcionan bien).
- 1 cebolla grande, picada en julianas.
- 2 tomates maduros, picados.
- 1 pimentón rojo, picado en tiras.
- 2 dientes de ajo, machacados.
- 1 hoja de laurel.
- Sal, pimienta y onoto (achiote) para darle color y sabor.
- 2 plátanos maduros (que estén bien amarillos con puntos negros).
- Aceite para freír.
Si estás en el extranjero y no encuentras algunos ingredientes, no te preocupes, porque el pabellón criollo venezolano es un plato que se presta para la creatividad y la adaptación.
Por ejemplo, las caraotas negras, un elemento esencial del plato, pueden sustituirse fácilmente por frijoles rojos, pintos o incluso blancos, dependiendo de lo que encuentres en el lugar donde estés viviendo.
Aunque el sabor no será exactamente igual, el sofrito con ajo, cebolla y pimentón ayudará a recrear ese toque venezolano tan especial.
En cuanto al papelón, que aporta un punto dulce a las caraotas, no es raro que sea difícil de conseguir fuera de Venezuela. Pero no te preocupes, el azúcar moreno o incluso una pizca de jarabe de arce pueden ser buenos reemplazos.
Preparación paso a paso
- Remoja las caraotas en agua desde la noche anterior (esto ayuda a ablandarlas).
- Al día siguiente, cuécelas en una olla con suficiente agua hasta que estén blanditas.
- En un sartén, sofríe la cebolla, el ajo y el pimentón con un poco de aceite. Luego, agrégales las caraotas cocidas, una pizca de sal, comino y el papelón rallado. Cocina todo junto a fuego lento para que se mezclen bien los sabores.
- Cocina la carne en agua con sal, ajo y la hoja de laurel hasta que esté tierna. Esto puede tardar unos 45 minutos o más, dependiendo del tipo de carne.
- Una vez cocida, desméchala (es decir, deshiláchala con un tenedor).
- En un sartén, sofríe la cebolla, el pimentón, los tomates y el ajo. Añade la carne desmechada, un poco de sal, pimienta y onoto para darle color. Cocina todo junto durante unos minutos para que los sabores se mezclen.
- Cocina el arroz de la manera tradicional, con agua, sal y un chorrito de aceite. Debe quedar suelto y bien cocido.
- Pela los plátanos maduros y córtalos en tajadas longitudinales. Fríelas en abundante aceite caliente hasta que estén doraditas y caramelizadas. Colócalas sobre papel absorbente para retirar el exceso de aceite.
Armemos el pabellón
El secreto está en la presentación. Sirve una porción de arroz blanco, un poco de caraotas negras, la carne mechada y varias tajadas en el mismo plato. Algunos le agregan aguacate o incluso un huevo frito encima. ¡Es tu plato, así que dale tu toque personal!
Preparar un pabellón criollo lejos de Venezuela puede parecer un desafío, pero la recompensa vale cada minuto en la cocina.
Es más que una receta, es una forma de volver a casa, de mantener vivas nuestras tradiciones y de compartir un pedacito de nuestra cultura con quienes nos rodean. ¡Anímate a prepararlo y llena tu hogar del sabor de nuestra tierra!
Desde Curiara, te invitamos a poner manos a la obra y cocinar un delicioso pabellón criollo venezolano, ese plato que nos hace sentir más cerca de nuestra tierra, sin importar dónde estemos.
Cada ingrediente, cada aroma y cada bocado es una conexión directa con nuestra esencia, con esas memorias de casa, familia y tradición que llevamos en el corazón.
Así que, ¿por qué no aprovechar el momento para acercarte a tu cultura, para enseñarle a tus hijos o amigos en el extranjero el sabor de nuestra tierra?
Curiara, uniendo familias.