Cada transferencia de dinero que hacemos lleva una historia detrás. No es solo un número en una aplicación ni una operación bancaria: es la forma en que seguimos presentes, aunque estemos lejos. Es la manera en que nuestro trabajo, esfuerzo y tiempo cruzan fronteras para convertirse en estabilidad, comida en la mesa o educación para alguien que queremos.
Hoy, las remesas son parte de la vida de millones de familias latinoamericanas. Solo en 2024, los envíos globales superaron los 680 mil millones de dólares, y gran parte de ellos salió desde Estados Unidos hacia países como México, Colombia, Guatemala, República Dominicana o Venezuela. En cada uno de esos envíos hay una promesa cumplida: la de no dejar de cuidar, la de seguir sosteniendo, incluso desde lejos.
Y mientras el mundo cambia, también cambia la forma de enviar, aunque lo esencial sigue igual: queremos que lo que enviamos llegue completo, claro y a tiempo.
El mapa actual de las remesas: una red que sostiene a millones

“Desde que comenzamos a enviar, entendimos que no era solo dinero: era presencia, era continuidad.”
Durante 2024, fuimos parte de una red global que movió cifras históricas. Las remesas hacia países de ingreso bajo y medio alcanzaron los 685 mil millones de dólares, un flujo que creció incluso frente a los años anteriores, impulsado por el esfuerzo de millones de migrantes que seguimos cuidando desde lejos.
¿De dónde salen estas transferencias de dinero?
El principal origen sigue siendo Estados Unidos, desde donde salen la mayoría de los envíos hacia América Latina, el Caribe y Asia.
En 2024, México recibió más de 62 mil millones de dólares, la gran mayoría provenientes de trabajadores y trabajadoras en Estados Unidos.
También destacaron los flujos hacia Centroamérica, especialmente a Guatemala, Honduras y El Salvador, donde las remesas representan una parte esencial de la economía familiar.
¿Y a dónde llegan?
Los países que más remesas recibieron en 2024 fueron:
- India, con alrededor de 129 mil millones de dólares.
- México, con más de 68 mil millones de dólares.
- China, con cerca de 48 mil millones de dólares.
- Filipinas, con más de 40 mil millones de dólares.
- Egipto, con cerca de 24 mil millones de dólares.
En América Latina, los flujos hacia México, Colombia, República Dominicana y Guatemala marcaron récords. Detrás de esas cifras estamos nosotros: quienes transformamos nuestro trabajo diario en estabilidad para nuestras familias.
¿Por qué cada transferencia de dinero importa tanto?
Porque no enviamos solo dinero: enviamos continuidad. En muchos países, las remesas representan más del 20 % del PIB, y se destinan principalmente a gastos de vivienda, educación y salud.
Cada transferencia de dinero que hacemos fortalece hogares y economías enteras, al mismo tiempo que teje una red de estabilidad entre continentes.
¿Cuánto cuesta enviar y qué tan eficiente fue 2024?
En promedio, enviar 200 dólares en 2024 costó alrededor del 6 % del monto total, aunque en los canales digitales el coste bajó incluso al 3,5 % en algunos corredores.
Los envíos iniciados desde apps o billeteras móviles resultaron más rápidos y económicos que los realizados en ventanilla. Elegir bien el canal marcó la diferencia: cada dólar ahorrado en comisiones fue un dólar más que llegó a casa.
En resumen, 2024 fue un año de crecimiento, digitalización y aprendizaje.
Y en 2025 seguimos con el mismo propósito: hacer que cada transferencia de dinero no solo llegue, sino que llegue mejor.
El presente: cómo está cambiando

“Antes hacíamos fila para enviar. Ahora, en menos de dos minutos, el dinero ya está camino a casa.”
En los últimos años, hemos visto cómo la transferencia de dinero se transformó por completo.
Pasamos de las largas colas y formularios impresos a un sistema cada vez más digital, inmediato y seguro. Hoy, más de la mitad de los envíos internacionales comienzan en una app o plataforma móvil.
Del mostrador al móvil
Cada vez somos más los que preferimos enviar desde el celular. No solo porque es más cómodo, sino porque los costes bajaron y la rapidez aumentó.
En 2024, los envíos iniciados digitalmente tuvieron un coste promedio de 4,8 %, frente al 6 % o más de las transferencias tradicionales. Y en algunos corredores, el coste por billetera móvil fue incluso menor al 3,5 %.
Esta transición también nos dio algo más que ahorro: nos dio control. Saber exactamente cuándo llega la transferencia da tranquilidad, y también confianza, tanto a quien envía como a quien recibe.
Más allá del envío
Las plataformas de remesas no solo conectan cuentas, sino personas. Hoy, desde cualquier ciudad de Estados Unidos, podemos enviar a México, Colombia o Venezuela y al mismo tiempo sentirnos parte de una red más grande, donde todos buscamos lo mismo: que el esfuerzo llegue completo y a tiempo.
En este nuevo presente, la tecnología no reemplaza el gesto humano: lo amplifica.
Nos permite cuidar con más eficiencia, mantener la cercanía y hacer que cada envío tenga más impacto, sin perder el sentido original de lo que hacemos: sostener a los nuestros con dignidad y constancia.
2030: el futuro de las transferencias de dinero

Cuando pensamos en el futuro de las transferencias de dinero, imaginamos algo más que nuevas plataformas o herramientas.
Pensamos en un sistema más justo, transparente y accesible, donde enviar dinero sea tan simple como decidir cuidar a alguien, sin barreras que lo hagan más difícil o más caro.
El verdadero avance no está solo en cómo se mueve el dinero, sino en lo que representa para quienes lo enviamos: estabilidad, continuidad y confianza.
De nada sirve que un envío sea más moderno si la persona que lo recibe no siente seguridad o claridad. Lo que importa sigue siendo el vínculo que une a quien da y a quien recibe.
Por eso, el desafío de los próximos años no estará en la tecnología, sino en mantener el sentido humano de cada transferencia.
Porque al final, más allá del canal o el dispositivo, lo que nos mueve es lo mismo de siempre: que lo que damos llegue bien, que alivie, que construya y sostenga.
Estabilidad real: lo que realmente buscamos al enviar dinero

Después de todo lo que ha cambiado, la tecnología, las apps, la rapidez, lo esencial sigue igual: queremos que lo que enviamos dé estabilidad. Que llegue a tiempo, sirva y que sume.
Cada transferencia de dinero que hacemos es una forma de planificar: pensar en el alquiler del mes, en los estudios de los hijos, en una urgencia médica o en algo tan sencillo como llenar la despensa. Y en esa constancia está la verdadera fuerza de quienes sostenemos desde lejos.
La innovación nos ayuda a hacerlo mejor, con más control, menos costes y mayor seguridad, pero no cambia el propósito.
La estabilidad que buscamos no está solo en el saldo final, sino en la tranquilidad de saber que lo que damos llega, donde debe, cuando debe.
En Curiara, creemos que cada transferencia de dinero es una historia de cuidado.
Por eso trabajamos para que la innovación no se quede en la pantalla, sino que se traduzca en estabilidad real: envíos más rápidos, más claros y más humanos.
Somos parte de la misma comunidad que envía, recibe y sostiene. Y cada vez que cruzamos una orilla, con un envío, una llamada o una receta compartida, seguimos demostrando lo mismo: que cuidar también es una forma de estar.