Si alguna vez te has preguntado qué ver en Venezuela, la respuesta está en sus paisajes imponentes, sus playas de ensueño y esos rincones llenos de magia que todos llevamos en el corazón.
No importa cuánto tiempo lleves fuera, hay lugares que se quedan grabados en la memoria, como el Salto Ángel cayendo majestuoso entre la selva o el azul infinito de Los Roques.
Venezuela no es solo un país, es una sensación. Es el olor a café recién colado en la mañana, el sonido del cuatro en una reunión familiar y la emoción de ver el Ávila al volver a casa. Y aunque la distancia a veces pesa, recordar estos lugares nos hace sentir un poquito más cerca.
En este recorrido, te llevaremos por siete de los lugares más espectaculares de Venezuela, aquellos que, aunque estemos lejos, seguimos soñando con visitar una y otra vez. ¿Cuál de ellos extrañas más?
Morrocoy, aguas cristalinas que siguen en nuestra memoria

Si cierras los ojos, seguro puedes imaginarlo: el sol brillando sobre el agua turquesa, la arena blanca bajo los pies y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla.
Morrocoy es ese lugar al que todos hemos querido escaparnos alguna vez, ya sea en un paseo en lancha con amigos, en un día de playa en familia o simplemente para desconectar del mundo.
Ubicado en la costa del estado Falcón, este parque nacional es famoso por sus cayos paradisíacos y por tener las mejores playas venezolanas, como Cayo Sombrero, Cayo Peraza y Cayo Muerto. Cada uno tiene su encanto, pero todos comparten lo mismo: aguas cristalinas, arrecifes de coral llenos de vida y esa paz que solo se encuentra en un rincón del Caribe venezolano.
Para muchos, Morrocoy es más que un destino turístico. Es el recuerdo de una infancia llena de risas, del sabor del pescado frito con tostones en la playa, del olor a coco y protector solar. Es ese sitio donde el tiempo se detenía y todo parecía perfecto.
Y aunque la vida nos haya llevado lejos, Morrocoy sigue ahí, esperándonos. Porque no importa cuántos kilómetros nos separen, los mejores recuerdos siempre encuentran la forma de volver.
Salto Ángel, el corazón de nuestra tierra

Si hay un lugar que representa la grandeza de Venezuela, ese es el Salto Ángel. No solo es la cascada más alta del mundo, con sus 979 metros de caída, sino que es un símbolo de la belleza salvaje de nuestra tierra.
Ubicado en el Parque Nacional Canaima, el Salto Ángel es más que un espectáculo natural: es una experiencia.
Llegar hasta él es una aventura, pero cuando lo ves de cerca, todo el esfuerzo vale la pena. La neblina que se forma al tocar el suelo, el rugido del agua al caer, la selva infinita que lo rodea… es un paisaje que te deja sin palabras y te llena el alma.
Para muchos venezolanos en el exterior, el Salto Ángel es un sueño pendiente, un destino que alguna vez vimos en un billete de 100 bolívares y que siempre hemos querido visitar.
Los Roques, el paraíso que todos soñamos pisar otra vez

Si alguna vez viste una postal de una playa de ensueño con arena blanca y aguas cristalinas, seguro era Los Roques.
Este archipiélago en el Caribe venezolano es simplemente mágico: cayos vírgenes, arrecifes de coral llenos de vida y una tranquilidad que solo se encuentra en los rincones más especiales del mundo.
Los Roques es ese destino que muchos venezolanos hemos soñado con conocer (o volver a visitar). Es el sitio donde el tiempo se detiene, el mar brilla en todos los tonos de azul y cada atardecer parece pintado a mano.
Roraima, la montaña sagrada de los sueños

Hay lugares que parecen sacados de otro planeta, y el Tepuy Roraima es uno de ellos. Con su cima plana y sus paredes verticales cubiertas de neblina, este gigante de piedra en la Gran Sabana no solo es un destino impresionante, sino un lugar lleno de misterio y leyendas.
Roraima es uno de los tepuyes más antiguos del mundo y ha sido inspiración de historias y expediciones durante siglos. Se dice que en su cima hay paisajes únicos, plantas que no existen en ningún otro lugar y un silencio tan profundo que solo lo rompen el viento y el agua que escurre por sus rocas.
Pero más allá de su majestuosidad, Roraima representa el espíritu aventurero del venezolano. Subirlo no es fácil, pero quienes lo han logrado dicen que es una de las experiencias más increíbles de su vida.
Para muchos que vivimos fuera, Roraima es un recordatorio de lo fuerte que es nuestra tierra y nuestra gente. Es un símbolo de que, sin importar los obstáculos, siempre podemos llegar a la cima.
Mérida y su teleférico, un viaje a los recuerdos

Mérida es el corazón de los Andes venezolanos, una ciudad rodeada de montañas imponentes, valles cubiertos de neblina y ríos cristalinos que bajan de la Sierra Nevada. Pero si hay algo que todos los venezolanos recuerdan de Mérida, es su teleférico, el más alto y largo del mundo.
El Teleférico Mukumbarí es mucho más que un medio de transporte, es una experiencia en sí misma. Desde que te subes en la primera estación, sientes la emoción de ascender lentamente por el paisaje andino, viendo cómo las casas y los árboles quedan atrás mientras las montañas se alzan majestuosas.
A medida que subes, el aire se vuelve más frío y la vista más impresionante, hasta llegar a los 4.765 metros sobre el nivel del mar en Pico Espejo, donde, si tienes suerte, puedes ver la nieve cubriendo las rocas.
Pero Mérida no es solo su teleférico. Es un destino lleno de vida, con su famoso mercado de dulces típicos, sus calles llenas de historia y la calidez de su gente.
Pasear por el centro y probar una frescolita en la Plaza Bolívar, visitar la Heladería Coromoto con sus sabores exóticos, o perderse en los páramos disfrutando de un buen chocolate caliente son recuerdos que muchos venezolanos atesoran.
Mérida es un pedazo de Venezuela que nos llena de nostalgia, un lugar donde la naturaleza y la cultura se mezclan para crear una de las experiencias más inolvidables del país.
Canaima y sus tepuyes, el alma ancestral de Venezuela

Hablar de Canaima es hablar de un paisaje que parece sacado de un sueño. Selvas interminables, ríos de agua dorada y montañas ancestrales crean un escenario único en el mundo.
Este parque nacional, ubicado en el estado Bolívar, es el hogar de los tepuyes, esas gigantescas mesetas de cumbre plana que han resistido el paso del tiempo durante millones de años.
La Laguna de Canaima, con sus aguas rojizas y sus espectaculares cascadas como el Sapo y el Hacha, es un destino que impacta a cualquiera. Caminar detrás de la caída de agua en el Salto el Sapo es una experiencia única: el rugido del agua, la brisa en la piel y la vista de la laguna al otro lado te hacen sentir en otro mundo.
Los indígenas pemones han habitado esta tierra por siglos y consideran a los tepuyes como sagrados. Para ellos, estas montañas no solo son gigantes de piedra, sino el hogar de espíritus y dioses ancestrales.
Escuchar sus historias mientras navegas por los ríos en una curiara de madera es una conexión con la Venezuela más pura y auténtica.
La Gran Sabana, el paisaje que nos llena de orgullo

Cuando se habla de la Gran Sabana, lo primero que viene a la mente es un paisaje infinito de colinas doradas, ríos cristalinos y tepuyes que se alzan como guardianes de una tierra ancestral.
Ubicada dentro del Parque Nacional Canaima, esta región es uno de los lugares más impresionantes de Venezuela y, sin duda, uno de los más especiales para quienes la han visitado.
Sitios como Quebrada de Jaspe, con su fondo de piedra rojiza brillante, o el Salto Kama, que se desploma en una caída perfecta de más de 50 metros, son solo algunos de los tesoros que esconde esta tierra.
Pero lo que realmente hace especial a la Gran Sabana es la sensación de inmensidad que transmite. Aquí, el cielo parece más grande, el aire más puro y el tiempo se mueve a otro ritmo.
Es un lugar donde la naturaleza sigue intacta, donde los sonidos del viento y el agua son los únicos que acompañan el viaje.
En definitiva, Venezuela no es solo un país, es un sentimiento que nos acompaña sin importar dónde estemos. Cada uno de estos lugares, desde la imponencia del Salto Ángel hasta la calma infinita de Los Roques, es un pedazo de nuestra historia, de nuestras raíces, de los recuerdos que nos unen sin importar la distancia.
En Curiara, entendemos lo que significa estar lejos pero querer seguir presente. Por eso, más que una app de envíos de remesas a Venezuela, somos un puente entre quienes están fuera y sus seres queridos en casa. Porque ayudar, apoyar y estar cerca, aunque sea a la distancia, es una forma de seguir sintiéndonos parte de nuestra tierra.
Curiara, uniendo familias.